viernes, 15 de febrero de 2013

Los Tuareg y las Amazonas de Túnez y Argelia

Tras la conquista del Fezzán por los ejércitos triunfantes del califato omeya, los garamantes y su cultura desaparecen para siempre de la historia.
Algunos historiadores han considerado que los garamantes han sido los antepasados de la misteriosa raza de nómadas con velo conocidos como los tuareg, y que no guardan ningún parecido físico con las demás tribus beréberes, que parecen haber llegado desde el Sahara profundo tras la desintegración del Imperio Romano en el siglo V. Sin embargo, hay otras tradiciones que nos indican que estos habitantes del desierto tienen un origen más antiguo aún.
http://josamotril.wordpress.com/2009/09/10/palabra-de-tuareg-vosotros-teneis-el-reloj-nosotros-el-tiempo/
El azul para los tuareg es el color del mundo.

En su libro The Ancient Atlantic (Amherst Press, 1969), L. Taylor Hansen incluyó un relato meramente anecdótico que enlazaba las tribus tuareg del Sahara con una tradición secreta que se remontaba muy posiblemente al Reino perdido de los Garamantes.
Citando un encuentro fortuito con un hombre de raza árabe en la capital mexicana, Hansen detalla la existencia de una tribu de “mujeres guerreras” que supuestamente existiría aún en el Sahara y que lucen con orgullo las dagas de brazo y espadines que se utilizaron en la antigüedad, así como escudos y un arma parecido a un tridente que representa “los tres picos del Hoggar”.
Bajo las tierras de esta tribu existirían galerías subterráneas repletas de petroglifos parecidos a los de Tassili, representando uros y otros animales prehistóricos. El extraño interlocutor de Hansen le informó que los tuareg creían que su pueblo había venido del mar, y que el nombre que se daban a sí mismos significaba “pueblo del mar”.
http://conlamenteabierta.wordpress.com/2010/10/13/amazonas-las-mujeres-guerreras/
Por dudoso que pueda resultarnos el concepto de las amazonas africanas, tenemos el testimonio de otro gran aventurero: el conde Byron de Prorok, cuyas exploraciones en tres continentes les concedieron fama mundial hace cierto tiempo. Prorok pudo convivir con los tuareg por algún tiempo durante su expedición al macizo de Hoggar (Argelia), y sus indagaciones revelaron que el verdadero poder lo ostentan las mujeres de esta misteriosa tribu, a pesar de no tratarse de un matriarcado. Su reina elige al rey, denominado amenokhal akhamouk, con el que compartirá el mando. De Prorok también fue entre los primeros en escribir sobre los hartani, la casta de esclavos al servicio de los tuareg.

Hansen obtuvo más detalles sobre las galerías subterráneas; supuestamente seguían estando ocupadas por los tuaregs modernos.
El Hoggar
También le dijeron que un explorador europeo que participaba en un relevamiento del macizo de Hoggar quedó sorprendido al encontrar una abertura tosca entre las piedras, pero cuyo acceso se dificultaba debido a la sorprendente presencia de barras metálicas verticales. Mirando hacia abajo, el explorador se dio cuenta de que se trataba de alguna especie de respiradero. Temiendo alertar a los tuareg de su presencia se abstuvo de arrojar una piedra por el agujero para determinar la profundidad del tiro. El relato comenzó a adquirir matices dignos de un relato de Rider-Haggard cuando el extraño le dijo que bajo kilómetros de galerías subterráneas, iluminadas tan solo por la luz de las antorchas, había “un precioso lago artificial” alrededor del cual se conservan los antiguos escritos de los ancestros de los Tuareg, que supuestamente se remontan hasta el Diluvio.

Los escritos del conde De Prorok también hacen mención a un lago subterráneo cuyas paredes de piedra estaban cubiertas por inscripciones y dibujos de jirafas, elefantes, búfalos, antílopes y avestruces.

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