En 1926, el conde Byron Kûhn de Protok descubrió en sus excavaciones arqueológicas en el Sahara, lo que los tuareg llamaban la tumba de la última reina de los Atlantes Tin Hinan.
Sus restos se encuentran en el Museo El Bardo - Argel. Mide 2 m. de altura y lo acompaña fabuloso ajuar.
En el oasis de Abelessa, a corta distancia de Tamanrasset, se encuentra la demolida fortaleza de Tin Hinan, cuya arquitectura no se asemeja en nada a la de las estructuras erigidas por los habitantes del desierto.
En 1.926, un equipo de arqueólogos logró dar con una cámara rectangular cubierta de tierra que a su vez ocultaba seis losas de grandes dimensiones. Bajo toda esta piedra se hallaban los restos de Tin Hinan, la legendaria reina considerada por los tuareg como su progenitora.
El Dr. LeBlanc, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Algiers, hizo la descripción de los restos mortales de la reina: “Se trataría de una mujer de raza blanca…la conformación de su osamenta recuerda poderosamente al tipo egipcio que puede verse en los monumentos faraónicos, caracterizada por buena estatura y esbeltez (2ms. de alto), anchura de los hombros, pelvis reducida y piernas delgadas”. Esta opinión forense desató toda suerte de especulaciones sobre el posible origen de Tin Hinan.
Volviendo a la obra del conde De Prorok, éste también consideraba haberse topado con los restos de la Atlántida en los desiertos africanos, admitiendolo sin ambages en su obra Dead Men Do Tell Tales (los muertos sí hablan), publicada en 1.942.
En la región de Moudir (Túnez) se encontraron “grandes precipicios que forman un muro de roca viva, considerada por los tuareg como la fortaleza de las amazonas…”.
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